La ouija tiene un origen impreciso situado en la moda espírita que inundaba a Occidente a finales del siglo XIX y que dio finalmente lugar a una patente registrada el 28 de mayo de 1890 declarando a Elijah J. Bond como su inventor y William H. A. Maupin y Charles W. Kennard como titulares. No está claro si Bond o los titulares inventaron realmente algo o simplemente patentaron una de las muchas planchettes o tablas parlantes para comunicarse con los espíritus que circulaban por Europa y América. En todo caso, Kennard crearía la empresa (Kennard Novelty Company) para la fabricación del tablero y comenzó a vender los primeros ejemplares en 1890. Kannard inventó asimismo el nombre ouija, dando la explicación de que era una palabra egipcia que significa «buena suerte», lo cual no es cierto, pero probablemente este nombre exótico ayudó a que el juguetito (pues como tal se comercializaba) batiese récords de ventas. Esta gallina de los huevos de oro era codiciada; Reicher fue forzado a abandonar el negocio por uno de sus colaboradores, el jefe de ventas William Fuld.
Una vez bajo el control de Fuld, la compañía pasó a llamarse Ouija Novelty Company y más tarde William Fuld Company. Fuld era un buen negociante además de un farsante. Para empezar, se atribuyó la paternidad de la ouija y se inventó la historia de que ouija viene de oui y ja ('sí' en francés y alemán). Después inició los rumores esotéricos que rodean a la ouija de misterios y leyendas maléficas, sorprendiendo enormemente a quienes llevaban años jugando con el tablero «sin saber» que era peligroso. El éxito de su maniobra es evidente pues aún hoy día sus fantasías siguen repitiéndose como verídicas.
En 1927 Fuld cayó desde el tejado de sus oficinas y murió. Accidente o suicidio (atravesaba una crisis de ventas) las razones quedaron en el misterio. Sus herederos continuaron el negocio hasta 1966, fecha en que los derechos sobre el juguete fueron vendidos a Parker Bros aunque otras compañías la han venido fabricando a lo largo de los años. Parker Bros fue absorbida en fechas recientes por Hasbro, que sigue fabricando ouijas hasta el día de hoy con el diseño de Fuld.
Algunos intentan advertir de las consecuencias de jugar con la ouija de forma irreverente. Muchos escépticos, de jóvenes, han falseado esta hipótesis, participando en sesiones "para ver qué pasa". Lo cierto es que no pasa nada hasta que los participantes se empiezan a aburrir; suele haber alguien que le pega un meneo al tablero y le da un susto a los adormilados. Pero por lo general, el funcionamiento de la ouija se debe al llamado efecto ideomotor y está vinculada con la escritura automática y otros fenómenos similares.
Se han presentado casos de personas que han intentado suicidarse o matar a alguien tras una sesión con la ouija. Es evidente que alguien con tendencias homicidas o suicidas tiene un problema psicológico mucho más profundo, y que esas tendencias se manifestarían de alguna otra forma aún sin el juego en cuestión. También hay casos de crímenes cometidos a raíz de una partida de dominó.
Han existido variantes de la ouija utilizadas como medio de investigación en psicología, como el «automatógrafo» de Joseph Jastrow, experto en teorías de la percepción humana.